Alfonso Domingo es de esos periodistas y escritores con los
que uno siempre aprende cosas nuevas. Sus obras tienen ese punto de vista que
desmitifica muchas de las historias que hasta nosotros nos han llegado y que te
hacen cuestionarte si la historia que hemos aprendido es la verdadera y si los
personajes que nos han querido vender eran tan buenos o malos como llegaron a
nosotros.
Lo descubrí en El ángel rojo y con La balada de Billy el
niño dos magníficas obras que me recuerdan contrastar información porque de
casi todo suele haber dos versiones.
Con A tumba abierta ha vuelto a emocionarme (hace poco os
reseñaba el libro, podéis recordarlo aquí) y a descubrirme historias que
desconocía, de un pasado no muy lejano y que me toca de lleno en ciertos
aspectos y que me obliga a reflexionar porque con historias como estas uno no
puede quedar impasible.
Libros en el petate: Alfonso
tengo entendido que esta historia la tenías guardada en un cajón y con los últimos
acontecimientos te animaron a volver a trabajar en ella.
Alfonso Domingo: Sí, la
empecé hace tres años, cuando vi que no se hacía nada para remediar la
situación, a pesar del informe que habían realizado la comisión de expertos
reunida por el presidente Zapatero. Cuando se produjo el cambio de gobierno con
Pedro Sánchez y el PSOE hizo esa promesa, le comenté a mi pareja: ¡Ya me van a
fastidiar esa novela!, pero ella, con buen criterio, me respondió que al
contrario, que ahora era más necesaria que nunca. Y me decidí a
terminarla.
L.P:En A tumba
abierta hablas de casos como los que sufrieron los cuerpos de Eva y Juan
Domingo Perón. ¿Fueron ellos los que te dieron la idea o el origen fue otro?
A.D:No, el
origen es el que contaba, pero esos casos, como el del cadáver de Chaplin, que
fue robado, me afianzaron en la idea de que hay algunos muertos que siguen
teniendo mucho interés para algunos vivos.
L.P: Un aspecto
que me ha sorprendido de los muchos datos que aportas en la novela es que robar
el cuerpo de Franco saldría relativamente barato en cuanto a penas de cárcel
ser refiere. ¿Esto es ficción o realmente según el código civil queda
relativamente impune este hecho?
A.D: No son
penas muy duras por profanar una tumba, pero a eso habría que añadir daños al
patrimonio, o penas más duras por adormecer a un vigilante, por falsificar
documentos, etc. El protagonista que se lo propone a la banda no les cuenta
esos supuestos para no echarlos para atrás. Pero lo que es un delito por
profanar tumbas o cementerios no son muy duras en el código civil.
L.P: Como
historiador de carrera, que en su libro aparezca Sánchez-Albornoz haciendo un
pequeño cameo ha sido muy gratificante y conocer su historia contada por el
mismo estremecedora. ¿Qué le pareció al maestro la idea del libro?
A.D: Le encantó,
aunque no se lo dije hasta no estar publicado. Hasta tal punto se lo pasó bien,
que me hizo una espléndida, maravillosa y entrañable presentación en Madrid.
L.P:Me he
quedado boquiabierto con los datos sobre el robo de bebes en España. Desconozco
las cifras en otros países supuestamente civilizados como España pero estas
cifras yo las considero como un autentico delito a nivel nacional, un verdadero
escándalo que parece como que se ha intentado tapar.
A.D: Poco a poco
se están destapando estas cifras de estos delitos que empezaron en la etapa más
dura del franquismo y siguieron hasta fechas recientes, en plena democracia. Al
estar involucrados miembros del estamento médico y religioso hace que se tarde
más, por resistencias de los organismos, pero se acabará sabiendo todo esto,
que es un verdadero escándalo y el origen viene de Vallejo-Nágera, el
psiquiatra que pensaba que había un gen rojo que había que erradicar, un nazi.
L.P: Es la
primera vez que veo una novela con hechos y datos de tan rabiosa actualidad. Ha
resultado difícil la actualización de aquel borrador que tenías en un cajón. Me
imagino que habrá sido en cierta manera una carrera a contrarreloj.
A.D: Bueno, he
corrido algo, sí, pero sobre todo a la hora de elaborar ciertos detalles
técnicos nuevos. El primer plan era hacerlo de otra forma, por el monasterio
que está a las espaldas de la basílica, al otro lado de la montaña, y eso
cambió. Lo único que lamento es que, por las prisas, se hayan deslizado
algunas, muy pocas y pequeñas erratas. Pero me dediqué a la novela a tiempo
completo durante 4 meses, incluidos fines de semana, y ya estaban escritos
algunos capítulos. Luego, la verdad, cuando acabé de crear a los personajes, me
dejé llevar por la acción y los diálogos, la verdad es que disfruté tanto que
no me daba cuenta de las horas, a veces tenía que parar por el dolor de espalda
o de los dedos. No es muy aconsejable, pero escribir así, en estado de gracia
(o al menos cuando así lo crees) es una gozada.
L.P: Para las
escenas de la novela que transcurren dentro del valle de los caídos entiendo
que puede que tuviera que documentarse en persona acudiendo al lugar. ¿Qué
siente uno cuando camina por ese lugar?.
A.D: Eso ha sido
lo peor, tener que ir en un par de ocasiones al lugar. No por el entorno, que
es bellísimo, sino porque ese monumento funerario, con esa arquitectura de tipo
imperial franquista es lúgubre y uno no puede aislarse de la historia de dolor
y muerte que encierra. Y porque es la glorificación de un solo bando y un
dictador, lo que ya no debería existir en este país, por salud democrática ¿Te
imaginas un monumento así a Hitler o Mussolini en Alemania e Italia?
L.P: En esta
novela aparecen recursos de los bajos fondos debido a que nuestro protagonista
reúne a un variopinto grupo de colaboradores para llevar a cabo su plan y entre
todos recurren a prácticas no muy licitas. Documentándose para esta parte, le
ha sorprendido algo de este mundillo.
A.D: No mucho,
como periodista he hecho también noticias de sucesos, y he entrado en cárceles,
he entrevistado a reclusos. Y mi banda tampoco es tan mala, no hay asesinos,
solo ladrones, y con cierta ética. He conocido a delincuentes contra la
propiedad que tienen sus normas e intentan no perjudicar a quien es más
desfavorecido por la vida.
L.P: Leyendo esta
historia, en algunos momentos se muestra la corrupción como algo normal. Da la
sensación que en este país la corrupción se ha convertido en algo natural con
la que convivimos a diario y que ya casi que no duele.
A.D: Es otra
lacra del franquismo, pero que viene de más atrás, de la génesis de nuestro
estado, de las prácticas de las clases altas, que han permeabilizado a toda la
sociedad, en la que los pícaros, además de una defensa, han pasado a ser
admirados por todos. Tienen que pasar años para que nos quitemos esas malas
prácticas de encima. La corrupción es generalizada, afecta a todas las clases y
aunque es algo inherente a la condición humana, en nuestro país se ha sufrido
mucho y todavía es seña de identidad.
L.P: Se puede
decir leyendo su novela en algunos momentos que con la iglesia hemos topado.
¿Tiene la iglesia hoy en día, ya no decimos antes, aún un papel muy importante
dentro de la sociedad y del poder del estado?.
A.D: Para mí, e
intento no ofender a los creyentes, lo peor que le ha pasado a España es la
iglesia católica. Creo que la religión debe quedarse en la esfera de lo íntimo,
yo tampoco me considero ateo ni soy anticlerical, por ejemplo tengo algunos
curas amigos en Sudamérica, que están y luchan por los pobres. Pero la iglesia
en España, a nivel estatal, siempre ha estado con los poderosos, con muchos
privilegios, y tiene unas apetencias mundanas que echan para atrás, como lo de
inmatricular iglesias y monumentos que ha hecho el pueblo, la gente, y no les
pertenecen. Eso sin hablar de los escándalos de pederastia, mucho más
extendidos de lo que incluso se habla. Son todo lo contrario a lo que predican,
con sus votos de pobreza y castidad. Todavía tiene mucho poder, sobre todo en
ciertos partidos. Y el estado es por definición, laico, aconfesional.
L.P: Alfredo es el
protagonista de esta novela. Yo pienso que es la figura representativa de
muchos que no pudieron levantar su voz y quedó sepultada por las injusticias de
un régimen que con el terror sembró el silencio. Pero a Alfredo le sale un
compañero de aventuras de origen argentino que casi logra arrebatar el
protagonismo y las simpatías del lector. Me ha llamado mucho la atención este
personaje quizás el contrapunto humorístico a tanto drama. Estaba previsto, fue
surgiendo porque con él no parece que haya sido un actor elegido al azar.
A.D: Quería
meter a un músico de blues, música que me apasiona, y además, que en la banda
estuvieran representados varios sectores, como emigrantes, gente de la cultura,
alguna mujer, todos en el empeño común de levantar esa losa franquista. Quizá
conozco mejor a los argentinos y por eso lo creé así. Como pienso que habrá una
segunda parte, un segundo libro, con esa banda y alguien más (y no desvelo otra
aventura literaria), tendré que darle más protagonismo, porque se lo merece.
L.P: Este libro es reflejo de tus ideas o has sido
el medio que ha dado voz a las de otros que no pudieron hablar durante años.
A.D: He
intentado que no solo fueran mis ideas, de hecho, la banda, hasta el final, no
es muy ideológica, salvo el protagonista, que sufre un cambio total y una
especie de caída del caballo. Pero he intentado que hubiera múltiples voces,
quizá faltarían las de las personas de derechas, moderadas, que también quieren
acabar con esa lacra. Yo creo que es necesaria una derecha dialogante, que rompa
con el franquismo, y que pueda hablar con más sectores y llegar a acuerdos,
¿por qué no? Me parece muy bien que haya cosas que se conserven, creo que las
ideas hay que manifestarlas y luchar por ellas, y que de esos diálogos salga
algo positivo para todos. Lamentablemente, no tenemos un país así, una sociedad
así, instalada en el conflicto permanente, estás conmigo o contra mí. Malos
tiempos cuando hay que luchar por lo evidente.
L.P: Un final
demoledor que a mi me llegó incluso a estremecer. ¿Era necesario escribirlo con
mayúsculas verdad?
A.D: Por
supuesto. Creo que sí. Y que la gente se entere de una vez que sí, que hay que
pasar página de la guerra civil y la posguerra, pero restañando las heridas de
la gente que aún no ha podido enterrar a su muertos. Es un derecho humano, ni
siquiera es ideología.
L.P: Muchas gracias Domingo por tu tiempo y por hacernos disfrutar con una novela con tanto en su interior con lo que reflexionar y disfrutar.
De cómo, por una venganza, robaron en secreto el cadáver de Franco ¿Y si, cuando se proceda a exhumar la tumba de Franco, se encuentran el féretro vacío? Esa es la historia que cuenta esta novela, una historia que pone de manifiesto lo que fue el franquismo y ese período oscuro de nuestro pasado más inmediato. Es, asimismo, la historia de la venganza de una víctima de su régimen, una especie de justicia poética que intenta paliar esa anomalía democrática, aunque sea desde el terreno de la literatura, la ficción y el humor. Pudo haber ocurrido. La operación «Chaplin» relata cómo pudo haber sido exhumado en secreto el cadáver de Franco de su tumba del Valle de los Caídos, bajo una losa de tonelada y media, algo que parecería, en principio, imposible o digno de una película de Berlanga. El cerebro de esa operación «a tumba abierta» es un niño robado, que organiza una pintoresca banda que, con algunos avatares, conseguirá su objetivo. Niños robados, prisioneros republicanos cumpliendo condena de trabajos forzados para hacer el mausoleo del dictador, represión hacia los vencidos de la guerra civil, se entremezclan en estas páginas, dignas de un thriller trufado de humor negro, junto a la más rabiosa actualidad. Más de cuarenta años después de que fuera enterrado, al fin Franco salió del Valle de los Caídos.
Me ha encantado la entrevista y me ha quedado claro que leeré el libro. Aunque como también me tienta el de Billy el niño, no sé por cuál de los dos comenzaré :-)
ResponderEliminarBesos y gracias por la entrevista, Fesaro :-)
Muy buena entrevista. Gracias por dejarme conocer más al autor, del que ya leí La balada de Billy el Niño que me sorprendió muy gratamente.
ResponderEliminarBesotes!!!
Buenas reseñas, buen libro y prolifero autor.100% RECOMENDABLE.
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