Prisas, una
enfermedad no catalogada dentro del sistema sanitario de este país pero que está
muy presente dentro de nosotros y de nuestra vida. Eso es lo que yo tenía
cuando llegué al hotel dispuesto para cumplir con mi cita con Flavia Company
sobre su libro Haru, una autentica preciosidad por dentro y por fuera y con una
sinopsis muy significativa “Después de leer la historia de Haru, leerás tu vida
de otra manera”, corta pero directa para que pedir más sobre todo cuando es
sincera o al menos amenaza con serlo, otra cosas es que uno quiera cambiar o
sea de esos que resisten ante todo lo que trae aires de renovación que amenaza
con limpiar las ideas preconcebidas y no explicadas ni razonadas.
Como os decía
andaba con esas prisas cuando conocí a Flavia Company y mi mundo se paró, o más
bien fue más conscientes de todo lo que me rodeaba, la luz que inundaba el
patio andaluz donde conversábamos, el canto de los pájaros, sus palabras todo
ello ajeno a mi hasta que sin saberlo ella me fue convenciendo que existían.
Complicado no
sentirte atrapado por Flavia, con su acento argentino gastado por años en
España que aún resiste a perder el recuerdo del acento, por sus palabras que
suenan a convencimiento y a verdad en su boca acompañado de una mirada franca y
directa, tanto que uno convierte la conversación en un cara a cara por no
perder el duelo.
Mis preguntas
se convirtieron en sus respuestas pero a la vez en mis dudas internas y en un
serio propósito de leer su libro una segunda vez porque dejó claro que su libro
es especial, yo ya lo creía antes de toparme cara a cara con ella pero salí convencido
que disfrutar con él sin prejuicios ni juicios, desnudo para captar con cada
historia mis propias enseñanzas y comprensiones sobre ellas.
El tiempo es
juez y dicto que todo tiene un final y el compartido con Flavia llegaba a su
fin con todo el dolor de mi corazón puesto que sin ella pretenderlo estaba
obrando un cambio en mi forma de ver ciertas cosas y yo quería seguir reinventándome.
Vuelvo a casa
esta vez sin prisas con la experiencia de haber conocido a una mujer muy
interesante y de que bajo el brazo llevo un libro que cuenta una historia
entrañable de la que uno puede sacar muchas enseñanzas sin que te obligue a ser
sino a comprender.
La entrevista a continuación y sólo por lo que uno puede aprender de sus palabras ya merece la pena mostrar un poco de curiosidad.
Libros en el
petate: Obligado preguntarte. Cómo surge y como llegas a escribir Haru.
Flavia
Company: (Entre risas) Tengo que recordarte la primera frase del libro que dice
“Os voy a contar esta historia a condición que no me preguntéis de donde
sale...”. La verdad es que Haru surge para empezar de mis ganas de contar la
historia de una vida entera. Es algo que llevaba tiempo rondando en mi cabeza y
el paso siguiente era, de quién contar la vida, y sin darme cuenta llegó a mi
durante las meditaciones que hago después del yoga la figura de Haru, una niña
raquera. Con esta inspiración comprendí que era una muy buena metáfora para
hablar de la vida y la literatura que son dos elementos que a mí se me
confunden puesto que no se vivir sin literatura ni literaturizar sin vida. Por
qué me parece una metáfora interesante, pues porque como en la vida y como en
la literatura, en el tiro con arco lo importante parece ser al principio solo
es dar en la diana hasta que te das cuenta de que no hay diana y que la única
forma de acertar no es mirar hacia donde tiras sino tirar desde el único lugar
genuino que hay en ti desde donde coinciden pensamiento, palabras y obras.
Cuando te das cuenta de esto tanto en la vida como en el arco y en la
literatura es cuando el tiro es inevitable y esta novela es inevitable, tenía
que existir y me ha tocado a mí escribirla.
L.P: He leído
comentarios en los medios donde dices que este libro es el que querías
escribir.
F.C: He
escrito 35 libros entre literatura adulta e infantil pero si es verdad que
siempre sueñas con el libro que has de escribir y mis anteriores libros se
parecen mucho a mis sueños pero Haru no lo parece, lo es. Este hecho lo conozco
una vez realizado una vez leído y tomado distancia con respecto a él comprendo
que es lo que yo quería escribir pero lo desconocía.
L.P: He
necesitado leer la obra de forma pausada para disfrutarla más. Se ha tenido que
fraguar del mismo modo.
F.C: Es tan
difícil contestar a esta pregunta por muy sencilla que parezca. Mi edad 52 años
es el tiempo que he tardado realmente. Se hace este libro con la experiencia de
toda mi vida, no solo de literata sino como mujer y como persona. Yo no hubiera
podido escribirla antes sin duda. Desde el punto de vista del contenido de esta
novela tengo que decirte 52 años, desde el punto de vista formal llevo 35 años
escribiendo y solo después de ese tiempo he conseguido desnudar el lenguaje
hasta el punto que de la sensación de que la historia se ha escrito ella sola
sin mi participación.
L.P: Esto es
una ruptura con tu anterior trayectoria.
F.C: No, es
el paso siguiente porque en mis novelas siempre ha habido frases en las que
había una voluntad de entregar un conocimiento dicho de forma sencilla. Mis
libros están llenos de aforismos por lo que no lo considero ruptura sino el
paso lógico después de todo lo que he ido escribiendo.
L.P: Este
libro se desarrolla en el marco de la cultura oriental, me imagino que habrás
tenido contacto con ella.
F.C: No
mucho, he viajado a países pero no de una forma muy especial. No hay nada que
no pueda la imaginación. Estamos acostumbrados en la actualidad adquirir
información de una forma rápida y sencilla porque tenemos muchos medios de
comunicación a nuestro alcance y muchas formas de viajar de forma rápida y
sencilla donde queramos y toda esta información nos permite tener una base
importante para imaginar.
Yo he
procurado documentarme lo mínimo pero que fuese suficiente (no quería
tergiversar ni acotar mi imaginación ya que a veces la documentación acaba
imponiendo a la imaginación un perímetro del que no se puede salir.
El otro día
estuve con una mujer japonesa en Málaga y me dijo que no entendía como había
conseguido hacerle recordar mediante mi libro su infancia, los olores, los
paisajes, las sensaciones y me dijo que mi libro bien podría haber sido escrito
por un maestro Zen.
L.P: Yo me he
metido tanto en el libro y lo he acotado tanto a nivel cultural y geográfico
que me parece imposible imaginármelo en otra cultura que no sea la oriental.
Por qué eliges esta cultura.
F.C: Es una
cultura que desde el punto de vista histórico ha dado mucha más importancia al
ser que al tener, razón por la cual la imagen de oriente es la de la disciplina
que roza la rigidez pero que carece de la confortabilidad a la que ha llegado
occidente y occidente aparentemente es la imagen de la libertad mediante el
consumo. Yo no estoy convencida que el consumo sea libertad y esto refleja mi
ideología. Soy oriental desde la forma de entender la vida porque doy más
importancia al ser que al tener. Tener es acumulativo y ser es profundizar.
L.P: Me ha
parecido una paradoja que viendo a tus personajes, se les ve frio, carentes de
sentimientos y humanidad en muchos momentos, al menos desde el punto de vista
occidental. Te hablo por ejemplo del sentimiento maternal que en occidente
tendría muchas críticas si actuáramos como lo hacen los padres de los
integrantes de la escuela de arco echando a sus hijos de casa. Esto es curioso
que con personajes así nos enseñes el sentido de la vida.
F.C: Una
observación, has usado la palabra echar, ellos no echan a sus hijos sino que
comprenden que estos tienen que vivir su vida y constituirse por si mismos.
Nosotros aquí confundimos los sentimientos con las emociones que no es lo
mismo. Las emociones tienen que ver con la cuestión de la que hablas que es
dejarse llevar por las reacciones no por las emocione, no por lo que crees sino
por lo que crees que sientes que son cosas distintas. Como dice la frase “un
tomate si se deja en la mata se echa a perder y por eso hay que apartarlo para
que siga su camino”.
En ese sentido muchas personas creen que basta con la
identificación que no es la identidad. La identificación es la sensación de
pertenecer a un grupo y con eso parece que tienes identidad suficiente para
pertenecer a un grupo y grupo es familia, religión, patria y en nombre de estas
tres cuestiones se han cometido las barbaridades más absolutas porque lo que
subyace a estas tres cuestiones es la propiedad y el instinto, incluso detrás
del instinto maternal o paternal esta la propiedad. Si nosotros comprendemos
(yo escribo porque quiero cambiar el mundo) que la identidad no es la
identificación, comenzaremos a hacernos responsables de nuestros actos y no lo
atribuiremos al grupo.
Para llegar a tener una identidad, el único modo es
concentrarse, focalizar y comprometerse aunque eso es mucho pedir pero es que
si no el mundo no va a cambiar nunca y esto se ha demostrado, llevamos muchos
años cometiendo los mismos errores y esos mismos errores tienen que ver con la
propiedad pero no con la material sino con la emocional, con al que nos
identificamos. La identidad solo ocurre cuando el pensamiento y tus actos
coinciden con tus pensamientos y con tus palabras, haces los que dices y dices
lo que piensas.
L.P: Dicen
que la mayoría de las atrocidades de este mundo las han cometido la mayoría en
nombre de unos pocos aún sin creer en lo que hacían.
F.C: El
sentimiento que no se confunde con la emoción es aquel que está dispuesto a
amar y aquí amar quiere decir estar dispuesto a que el otro se desarrolle, no a
tu lado sino por sí mismo y con todo el dolor que puede significar el desapego.
El desapego es una de las grandes cuestiones de esta novela.
L.P: Te puede
llegar a molestar que este libro se considerase de autoayuda.
F.C: Si pero
no por nada sino porque creo que sería una tergiversación que la actualidad
hace de la literatura cuando la literatura siempre ha sido de autoayuda,
Cervantes, la Biblia son pura autoayuda. La buena literatura de toda la vida ha
sido catártica lo que ocurre es que ahora la simplificación de querer dividir,
hace que sea necesario que les den las píldoras de la sabiduría y que te digan
lo que podrás aprender en este libro. Por qué utilizar etiquetas para
distinguir lo que sigue siendo literatura.
L.P: Tu libro
creo que es una historia para la que a través de ella conocerse a si mismo
siendo esta una de las lecturas que puede hacerse de él.
F.C: Claro.
L.P: Hablando
de Haru, uno de los personajes, ella es el hilo conductor de la historia pero
como en la vida necesitamos de los demás y aquí el resto de personajes tienen
un papel fundamental.
F.C:
Totalmente, el libro se llama Haru porque es la protagonista de la historia
pero se sigue a lo largo de la novela la vida de casi todos los personajes y
fue esto lo que me costó más, el tema de la estructura, de cómo hacerlo. Este
libro es como una esfera y la dificultad estuvo en que rodara, que no hubiera
aristas siendo uno de los grandes retos que Haru a pesar de ser la protagonista
no provocara que el resto de la historia fuera maniquea ni intrascendente. Era
muy importante todo lo que acompaña a Haru, más que acompañarla forma parte de
ella y todo es necesario para la historia.
L.P: cuando
confeccionas la novela como haces para encajar todas las reflexiones de las que
consta el libro que están por todas partes de la novela.
F.C: Forman
parte de la historia, no son reflexiones que yo ya tuviera escritas a modo de
aforismos sino que son las conclusiones lógicas de cada una de las historias
que se cuentan. Lo difícil es crear una historia general con un montón de
historias pequeñas. El final de la historia es la reflexión de la que estamos
hablando, estas historias no se entenderían sin esas frases.
L.P: Tu libro
tiene más de una lectura.
F.C: Eso sí,
tiene una lectura argumental, básica y visual. Siempre le digo a mis alumnos
que hay dos puentes que los escritores podemos tender a los lectores para que
entrar en las obra. Uno es la visualización porque una vez despierto este sentido
no se cierra y es maravilloso y se agradece mucho y otro es la expresión de
sentimientos comunes de una forma en que nunca lo has expresado y cuando lo
lees dices es lo que siempre he querido decir y nunca he encontrado las
palabras para ello y hay que hacerlo de una forma en la que el inteligente sea
el lector y no el escritor, que sea su merito al final y por eso yo confío
mucho en mis lectores. Otra de las lecturas que tiene este libro es la
espiritual y la filosófica.
L.P: Leyendo
este libro uno se da cuenta que aprendemos cuando ya es demasiado tarde y que
en este mundo a raíz de eso parece que se vive demasiado deprisa.
F.C: Eso es
una concepción lineal del tiempo, mi concepción del tiempo es más circular y
como en las frases que comentábamos antes, todo ocurre cuando debe ocurrir. Es
inevitable, es decir las cosas son cuando pueden ser y cuando se les da lugar
para ser y la alegría es que sean. Si juzgamos (una tendencia muy occidental)
no observamos, si observamos no juzgamos y de la observación proviene el
conocimiento no del juicio, nunca el juicio lleva al conocimiento porque el
juicio siempre es preconcebido.
Otra vez
estas juzgando al igual que antes cuando hablabas de echar y es tarde cuando
aprendes mientras juzgas y no celebras. La celebración es lo que lleva a la
persona a la reconciliación. Igual que un error es un punto de partida, un
aprendizaje es un punto de partida también no tiene porque ser un punto de
llegada.
L.P: Por eso
te digo que tiene más de una lectura
porque tu libro invita a volverlo a leer y descubrir ideas nuevas y esto
me lo estas demostrando con tus palabras. Lo he visto con los ojos de un
occidental y me gustaría leerlo sin etiquetas ni apegos, observando y no
juzgando.
F.C: Me
encanta lo que dices, hay reticencias en nosotros los occidentales a
comprender. Gracias a este libro he comprendido una cosa que no había
comprendido hasta ahora y es por qué los religiosos y los intelectuales tienen
tantas reservas frente a la espiritualidad y es porque la espiritualidad es democrática
y lo demás no.
L.P: Otra de
las enseñanzas del libro es que de todo y de todos se aprende, algo que en la
vida de Haru se ve continuamente. Tú que has aprendido de esto.
F.C: Por
supuesto. Yo he aprendido más de Haru leyéndolo que escribiéndolo. Cuando
he leído Haru me he dado cuenta que Haru
soy yo, Haru somos todos pero yo también y es cuando me he perdonado muchas
cosas, he comprendido muchas cosas, me he reconciliado con muchas cosas y me ha dado una serenidad y una paz desapareciendo
de la obra como si no hubiera sido un producto mío.
Haru no es
real pero es verdad por eso es tan importante la contracubierta. Yo creo lo que
dice esa contracubierta “Después de leer la historia de Haru, leerás tu vida de
otra manera”. No puedes seguir siendo el mismo a no ser que seas un intelectual
absolutamente pegado a los conocimientos y no quieras entender que todos somos
uno y uno somos todos.
Casi todas
las personas que me escriben me dicen que se lo leen una segunda y hasta una
tercera vez. La contraportada en realidad fue así porque nadie en la editorial
ni yo misma fuimos capaces de resumir Haru.
L.P: Poner
una sinopsis que le haga justicia.
F.C: El
aprendizaje es ese deshacerte de muchos prejuicios y muchos miedos.
L.P: Hay
muchas reflexiones en el libro, una de las que más me ha llamado la
atención es “hacer coincidir la flecha de los pensamientos con la diana de los
actos”.
F.C:
Eso lo cambia todo, has dado en el blanco porque ese es el momento de la novela
donde se confiesa esa metáfora de la comparación del arco y la vida. Ahí hay
una gran parte de la esencia del libro.
L.P:
Yo la he elegido porque pienso que se vive muchas veces diciendo y actuando de
forma contraria a como se siente.
F.C:
Eso es por la identificación, el gran problema que en lugar de tener una
identidad y asumirla queremos gustar y para que nos quieran nos anulamos y
terminan queriendo a quienes nos somos.
L.P:
Una pregunta importante en este libro es “qué quiero de esta vida”. De verdad
crees que nos lo preguntamos lo suficiente.
F.C:
No, yo creo que no nos lo preguntamos lo suficiente, nos faltan muchas
preguntas en nuestra vida. “Aquel que te da una buena respuesta es listo y
aquel que hace una buena pregunta es sabio”.
Nos
falta mucha sabiduría, vamos de listillos contestando rápidamente a todo pero
hacemos y sobre todo nos hacemos pocas preguntas a nosotros mismos y de esa forma
funcionamos mucho por inercia y la inercia acumula; hipoteca, esposa, hijos,
coche, trabajo que no es el que
queremos, un lugar donde vivo que no es donde me gustaría y eso es mucha
inercia que hace que sobrevenga angustia, ansiedad, miedo, rabia, etc.
Pero
sea cuando sea que el ser humano frena y empieza de nuevo es un buen momento,
un punto de partida y en esas ocasiones nunca es tarde, da igual cuando se haga
si lo haces porque lo que cuenta no es el momento sino la espera. Cuando haces
un cambio este va hacia delante o hacia atrás y todo tiene un significado, ese
momento es de verdadera transformación que llega con el conocimiento de unos
mismo.
L.P:
En otra escena los personajes discuten sobre quién ha dado en la diana y el
maestro responde que si hubieran estado más pendientes de cuál era la flecha de
cada uno ahora podrían saberlo. Haru responde que el día anterior acertó en la
diana y el maestro le dice que pierde mucha energía en intentar convencer a los
demás para que la crean que hizo blanco (Qué pudo ser de casualidad) en lugar
de practicar para que se convierta en algo normal en lugar de excepcional.
Esto
se puede extrapolar a la sociedad, construimos fachadas para que se vean desde
fuera en lugar de casas.
F.C:
Igual que cuando viajamos y estamos más pendientes de hacer fotos que de ver el
paisaje y sentirlo.
L.P: Flavia un verdadero placer conocerte y poder hablar sobre tu libro.
F.C: El placer ha sido mio de que me cuentes tus impresiones
Una entrevissta muy interesante. Gracias ;)
ResponderEliminarDespués de leer tu introducción es imposible no leer la entrevista :-) Muy interesante, como dice Natalia.
ResponderEliminarBesos.
Muy buena entrevista! Muchísimas gracias por acercarnos a esta autora.
ResponderEliminarBesots!!!
Buena entrevista, me ha gustado conocer a la autora. 1beso!
ResponderEliminarMe encanta este tipo de entradas, te acercan un poquito más a los autores. Gracias, Fer. Besos
ResponderEliminarQué curioso todo lo que cuenta Flavia de su libro. A mí me resulta de lo más original y novedoso. Besos
ResponderEliminarMe apunto el título, que no me llamaba, pero me ha generado curiosidad (al final casi siempre lo consigues). Mucho más que la entrevista me ha gustado el prólogo. Un besazo.
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