El ingenuo
salvaje fue escrito en 1960 por David Storey, ganó el Mac Millan Fiction Awards
con el título original de This Sporting Life y su historia fue llevada al cine
en 1963 por Lindsay Anderson, con Richard Harris y Rachel Roberts como
protagonistas. La película fue todo un éxito y cosechó numerosos
reconocimientos en forma de premios.
Hace unos
meses, la editorial Impedimenta volvía a reeditarlo, cosa que es de agradecer
porque es una novela fantástica que puede tildarse de todo un clásico que ha
resistido el paso del tiempo con muy buena salud. Reconozco que es la primera
vez que la leo aunque hace años vi la película. El libro que me ha dejado esa sensación de estar
leyendo un libro necesario, una de esas lecturas en las que uno disfruta y sale
orgulloso de tenerlas marcadas en su haber como lector.
Título: El ingenuo salvaje.
Título original: This sporting life.
Autor: David Storey.
Editorial: Impedimenta.
Año: 2019.
Género: Drama.
Páginas: 391 páginas.
ISBN: 9788417553364
Sinopsis:
Arthur Machin es hijo de un simple minero y no espera salir de la ciudad industrial del norte de Inglaterra en la que nació, un agujero de frustración y aburrimiento, pero su vida cambia cuando el equipo local de rugby lo ficha para la Liga Nacional inglesa. De la noche a la mañana, todo el mundo conoce su nombre, se codea con los hombres más poderosos de la zona y puede comprar todo lo que se le antoje. Sin embargo, Arthur no tarda en darse cuenta de que la popularidad no implica necesariamente la felicidad. Mientras va incomodando cada vez más a las clases altas, que no suelen admitir a nadie de origen humilde en sus selectos círculos, Machin trata infructuosamente de hallar cariño en la señora Hammond, su casera, y demostrarse a sí mismo que es algo más que una torpe marioneta de la sociedad, incapaz de hacer nada salvo regodearse en su propia fama.
Impresiones:
Arthur
Machin es hijo de la clase obrera inglesa de la postguerra, alguien que en
circunstancias normales tendría difícil mejorar sus condiciones de vida y su
estatus social en una sociedad británica de la época, con unos estamentos muy
diferenciados donde las clases privilegiadas son muy herméticas.
Un buen día,
alguien le consigue una prueba para intentar entrar a formar parte del equipo
de rugby de la ciudad. Arthur no solo consigue entrar en el equipo, destaca
tanto en sus partidos de prueba que le hacen un suculento contrato y a partir
de esos momentos será una estrella deportiva emergente.
Para quienes
hayan leído la palabra rugby y la asocien al deporte no pierdan el interés en
este libro porque se perderían una auténtica joya de la literatura. Realmente
el rugby tiene un papel en la narración prácticamente testimonial, pues es el
la excusa para ser el escaparate con el que presentar a nuestro protagonista
como ídolo de masas de un deporte muy popular en Inglaterra. Arthur será desde
los primeros compases el ídolo que tiene el público para vivir desde fuera los triunfos dentro del
campo, pero como todos los ídolos creados a partir de la fama, muchos son de
barro y nuestro protagonista no será una excepción. En el fondo no es más que un animal herido, un juguete roto que
constantemente nos recordará que su fama y su éxito es inversamente
proporcional a su felicidad personal.
El rugby
servirá a Arthur para ascender socialmente, para codearse con personajes
públicos que de otra forma no osarían tener relación con él. De la noche a la
mañana tendrá un buen sueldo, un coche de alta gama, mucho dinero para gastar y
será el invitado en muchas fiestas y reuniones.
Pero lejos
de todo esto, Arthur se nos presenta como el mismo tipo duro y bruto que
podemos encontrar dentro del terreno de juego y será esa la forma en la que
sabe vivir la vida, como si fuera un partido de rugby en la que se mezclan
épica, resistencia y brutalidad.
David Storey
construye una historia con un lenguaje sencillo, sin descripciones que se hagan
pesadas, pero donde al lector no le resulta difícil imaginar el escenario y la
época donde se desarrolla la trama. Los
diálogos son maravillosos, de una soltura y naturalidad pasmosa donde un puñado
de frases dicen más de lo que a simple vista significan.
La novela
poco a poco va calando hasta hacer daño porque a uno le cuesta quedarse
impasible ante semejante drama, el de un
personaje en constante fuera de juego, que no termina de saber nunca donde
termina la ficción de su vida, del juego y donde comienza la realidad de los amigos o los
interesados. Es por eso que quizás el sueño de fama que vive Arthur tiene
escondidos los mismos demonios que guardaban su vida anterior.
La novela
puede dividirse en dos partes; la primera en la que veremos la ascensión del
protagonista y su relación con su casera, un intento de historia de amor donde
esa protagonista femenina tal vez sea ese salvavidas que puede llegar a
mantener a Arthur a flote en ese mundo
vertiginoso de fama que le aleja de su verdadera realidad. Esa relación entre
Arthur y la señora Hammond es una de las relaciones más dramáticas que he leído
en mucho tiempo.
En la
segunda parte, el autor ira resolviendo todos los conflictos que se han ido
produciendo y presentando en la parte anterior. Todo ello desde una narración
contada por el propio protagonista que nos muestra en toda la novela un
trasfondo social que heredó la Inglaterra que recientemente había dejado atrás
la segunda guerra mundial.
Un libro
sencillamente fantástico que además nos ofrece la oportunidad de ver su gran
adaptación cinematográfica. Que no os engañe su portada porque no es un libro
deportivo y sí una oportunidad única de conocer un personaje que no les dejará
indiferentes.
Autor:
David Storey. Nació en Wakefield, Yorkshire. De familia obrera, su padre trabajó en una mina de carbón, pero él llegó a estudiar en la Slade School of Fine Art de Londres, donde se mantuvo por sí mismo jugando en un equipo de rugby a trece. A pesar de que comenzó su carrera literaria como dramaturgo, la fama le llegó con su primera novela, El ingenuo salvaje (1960), que se alzó con el Macmillan Fiction Award. Seguirían Flight into Camden (1961, Premio John Llewellyn Rhys y Premio Somerset Maugham), y Saville, que ganó el Premio Booker en 1976. Cuando Lindsay Anderson adaptó su novela El ingenuo salvaje a la pantalla en 1963, él mismo firmó el guion. Storey falleció el 4 de octubre de 2017 en Londres a los 83 años de edad, a causa de la enfermedad de Parkinson.
Tenía ganas de leer una opinión sobre esta novela que tengo en el punto de mira desde que la vi, me dejas con ganas, me la llevo apuntada.
ResponderEliminarBesos
Pues me acabas de convencer; en un principio la descarté por el tema del deporte pero después de leerte no puedo más que llevármela apuntada y subrayada. ¡Qué buena la reseña!
ResponderEliminarUn beso, guapo
No conocía el libro, pero me ha encantado todo lo que has contado de él. ¡Me has contagiado tu entusiasmo! ;-) Tomo nota para comprarlo en el día del libro.
ResponderEliminarBesos!
Justo lo que dices me pasó a mí. Por ser Impedimenta lo miré pero cuando vi la portada y lo del rugby dije hasta luego. No es que me llame mucho igualmente pero lo que has dicho de los diálogos me tira mogollón. Es el típico libro que si me lo encuentro un día por la biblio se viene a casa con una oportunidad.
ResponderEliminarHabrá que tenerlo en cuenta.
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