Fernando Martínez Laínez ha publicado recientemente La
Batalla, segunda novela de la trilogía sobre los tercios de Flandes y
que narra de forma novelada la gran batalla de Nördlingern, en la que las tropas
del infante don Fernando de Austria venció al hasta entonces invencible
ejército luterano sueco.
Una novela que puede leerse de forma independiente a la
anterior pues narra otro episodio de los innumerables en los que los famosos
tercios españoles se vieron envueltos y que dando un paso más allá, relata las
circunstancias político-sociales del que fuera imperio español en aquella
época. Sin lugar a dudas toda una delicia para aquellos que gustan de la novela
histórica y de vivirlas como si estuvieran en primera persona. A la espera de lo que nos deparará la tercera
entrega conversamos con Fernando Martínez Laínez de historia, tercios y
personajes en el marco de La batalla.
Libros en el petate: Segunda entrega de esta trilogía. Una
nueva novela titulada “La batalla” que narra la victoria de los tercios
españoles a las tropas suecas en la batalla de Nördlingen. A pesar de esta
victoria, ¿fue el preámbulo del
cataclismo?
Fernando Martínez
Laínez: Puede verse así, efectivamente. La gran victoria de las tropas hispano-imperiales
en la batalla de Nördlingen suponía la victoria definitiva de la Casa de
Austria y el bando católico en la Guerra de los Treinta Años, y la derrota del
bando luterano en Europa era inminente. Eso hizo que Francia declarase la
guerra a España y volcara todo su peso militar en una contienda muy nivelada en
la que la Corona Hispana iba ganando. A la guerra con Francia vinieron a
añadirse las rebeliones separatistas de Cataluña y Portugal, en ambos casos
azuzadas desde Londres y París. Para España, eso terminó siendo demasiado. Los
intereses políticos de Francia, y el odio enfermizo de Richelieu hacia el
Imperio Habsburgo pudieron más que las afinidades religiosas.
L.P: Dos novelas narradas de forma magistral y una tercera
por llegar en un futuro no muy lejano. Se puede resumir la historia de los
tercios en Flandes con estos tres acontecimientos o sus andanzas dan para más.
F.M.L: En la trilogía mencionada no intento resumir, ni
mucho menos, la historia de los tercios. Lo que busco es dar una visión del
ocaso político-militar del poder hispano desde la toma de Breda, en 1625, hasta
mediados del siglo XVII, cuando el agotamiento de una España, hasta entonces
dominadora en el mundo, resulta evidente, hasta el extremo de estar a punto de
ser desmembrada en la Guerra de Sucesión, a la muerte de Carlos II.
L.P: Me huele que esta novela tiene mucho de homenaje al
Cardenal Infante Don Fernando, un personaje algo atípico por sus grandes
cualidades.
F.M.L: Es cierto. El gran protagonista de la novela “La
Batalla” es sin duda el cardenal-infante don Fernando de Austria. Sus
cualidades, tanto militares como políticas, superaban con mucho a las de su
hermano el rey Felipe IV y a la mayoría de los personajes militares de la
época. Ese rasgo atípico que señalas viene marcado desde su infancia, ya que
además de ser hijo de rey fue nombrado cardenal y arzobispo de Toledo con solo
diez años, aunque su vocación se inclinaba mucho más hacia las armas que a la
Iglesia. Su ánimo era guerrero, no eclesiástico.
L.P: En La Batalla ha cambiado un poco el estilo de dar
forma a la trama. Me refiero que no hay un personaje ficticio como era Alonso
de Montenegro en la novela anterior y en su lugar recurre usted a las memorias
del Infante y a cierto cruce de correspondencia entre otras. Ha sido por
cuestiones de necesidad por los hechos narrados o por propio gusto.
F.M.L: Al girar la novela en torno al cardenal-infante,
quise acentuar el papel protagonista del personaje sirviéndome de su propia
voz, en forma de memorias y mediante el relato de la gran marcha que realiza a
través de media Europa para llegar a Flandes. Lo que más me interesaba, en este
caso, era mostrar el esfuerzo estratégico y logístico de la Corona Hispana- que
intentó salvar una situación casi desesperada cuando España estaba ya al filo
del abismo- y dar una idea amplia de los
intereses políticos en juego, manejando
recursos como el cruce de cartas entre figuras destacadas del escenario
europeo.
L.P: Un personaje que me ha gustado conocer en esta novela
ha sido el Conde-Duque de Olivares.
Usted lo humaniza en cierto modo pero tanto él, como el Duque de Lerma
son dos personajes muy criticados por la docencia de este país. Pesa sobre
Olivares otra leyenda negra.
F.M.L: A la luz de biografías muy logradas, como son las de
Marañón y J.H. Elliott, entre otras, creo que la valoración histórica del
conde-duque resulta en general bastante ecuánime. El conde-duque es en realidad
una figura trágica, porque sus dotes reales como estadista estaban muy por
debajo de los fantásticos proyectos que albergaba su mente, un tanto
calenturienta. Carecía de la sensatez y sentido pragmático que la declinante
situación de España exigía, y la pasión de mandar le nublaba el entendimiento,
aunque acertaba en el diagnóstico de muchas de las causas que estaban llevando
el país a la ruina. Resumiendo, no hay Leyenda Negra sobre Olivares porque
históricamente queda bien reflejado en los hechos.
L.P: Hago referencia a la leyenda negra porque es la que
pesaba sobre nuestros tercios y que nos
generó mucho odio entre nuestros rivales. ¿De verdad fuimos tan terribles?
F.M.L: La profesionalidad táctica de los tercios a la hora
de combatir causaba admiración en el mundo, y eso no hay Leyenda Negra que
pueda negarlo. La mayor tacha que puede hacérseles era la frecuencia de los
motines, los amotinamientos fueron la peste del ejército de Flandes, con
consecuencias a veces terribles, como el incendio y saqueo de Amberes, con
miles de muertos. Pero en cuanto a esto habría que decir que en muchos de estos
motines no intervinieron los españoles, sino tropas de otras procedencias,
incluyendo mercenarios; además, conviene no olvidar que los amotinamientos
solían producirse cuando la situación de las tropas era desesperada por falta
de pagas. El soldado de los tercios se abastecía de su sueldo y si no le
pagaban se convertía en un mendigo, con consecuencias nefastas.
L.P: Hay una frase del Conde Duque en su novela que dice:
“Murió el león y ganaron la hienas” refiriéndose al Infante Fernando y a las
conspiraciones palaciegas. Viendo lo que cuenta en su libro, eran todos los
reinos así o nosotros hasta en eso éramos superiores.
F.M.L: A medida que se acentuaba el declive hispano, España
iba perdiendo social y militarmente tanto en “cantidad” como en “calidad”. A
mediados del siglo XVII nuestro déficit demográfico era ya galopante, con
respecto a otros países de Europa. Castilla, la gran cantera de los tercios,
estaba agotada y arruinada y apenas quedaban soldados disponibles. Lo mismo
ocurría en el aspecto cualitativo. Faltaban cabezas y los nobles escurrían el
bulto a la hora de combatir y de contribuir con dinero. Eso fue creando una
nobleza parásita y egoísta, a la búsqueda permanente de mercedes y privilegios
en la Corte, donde las intrigas y las conspiraciones eran constantes. La
decadencia fue acentuando las lacras en este sentido, pero la situación era
similar en la mayor parte de otras cortes europeas.
L.P: Otra frase que me llamó la atención reza “En la guerra
como en la historia, las oportunidades pasan y no vuelven “. Dejamos pasar
nosotros muchas oportunidades.
F.M.L: A estas alturas de la Historia, pienso que sí, aunque
se trate de un ejercicio inútil, puesto que la historia es como es. Solo podemos analizar lo que pasó, y lo que pudo haber sido es pura entelequia,
aunque a veces viene bien imaginar otras posibilidades históricas como relato
ficcional.
L.P: Dos libros llenos de momentos épicos y hechos
históricos dignos de ser recordados por su valor en las circunstancias de
aquellos momentos, que son plasmados con maestría literaria por usted. Usted
que ha ejercido como guionista, tan difícil es llevar al cine gestas como las
que vivieron los tercios.
F.M.L: La anemia cultural histórica que caracteriza a
nuestro país apenas ha rozado el tema de los tercios. En otros países como Gran
Bretaña, Francia o Estados Unidos, si hubieran tenido una historia como la de
los tercios, habrían inundado el mercado cultural con películas o series de TV.
En España la memoria de nuestros propios logros en el mundo interesa poco, en
parte por ignorancia y acomplejamiento, y también por la disgregación y el
cainismo que nos arruina, y que impide un relato histórico unificador de
nuestra historia.
L.P: El general sueco Horn, calificaba a los españoles como
“desarrapados soldados “de un imperio en decadencia. Le pudo la soberbia o
simplemente los tercios aún seguían siendo un ejército casi invencible.
F.M.L: Horn era un buen general y no era estúpido.
Seguramente se trató de una bravata para elevar el entusiasmo de sus tropas,
desprestigiando de boquilla a las hispanas. En eso quizá influyó también la
soberbia y la falta de información fidedigna. Debía de ser consciente de que
los tercios seguían siendo un ejército casi invencible, pero pensaba que la
mayoría del ejército hispano era de soldados bisoños y no resistiría a las
potentes formaciones suecas. Grave error porque no calibró bien la valía de los
tercios españoles “viejos”, curtidos en cien batallas y la mejor infantería del
mundo, que fueron quienes decidieron la victoria.
L.P: En su libro cuenta como son momentos muy convulsos
políticamente hablando. Es España contra todos y con un gasto y un despilfarro
en la corona española absoluto. Hay una cita magnifica que muestra a las claras
como funcionaba el país cuando dice Olivares “Aquí siempre pechan los
pobres” Todo esto se une a que el estado
de guerra continua supuso una sangría que debilito a los tercios que no se
podían renovar con garantías. ¿Fue el final de una muerte anunciada?
F.M.L: Desde nuestra perspectiva actual, se trató en efecto
de una muerte anunciada, pero sin olvidar que los recursos militares de España
estaban en línea con el resto de las potencias europeas ya entrada la segunda
mitad del siglo XVII. El momento decisivo fue la derrota en la Guerra de los Treinta
Años, y ahí las fuerzas estuvieron muy niveladas hasta el final. Rocroi no fue
una derrota decisiva. Los franceses la
exageraron mucho y para España no tuvo gran repercusión. Mucho más
determinantes fueron las rebeliones de Cataluña y Portugal, auténticas
puñaladas por la espalda que llevaron la guerra al interior de la Península y
precipitaron a la larga la derrota definitiva.
L.P: Fernando ha sido de nuevo un placer volver a charlar de
historia con usted, muchas gracias por su tiempo.
F.M.L: Igualmente, un placer volver a coincidir contigo.
Qué buena entrevista. Tuve la enorme fortuna de coincidir con él en Úbeda y, además, de compartir mesa, mantel y charla en varias de las comidas. Hablar con él es fascinante y siempre se aprende muchísimo. Es un tipo fantástico, un gran conversador y sus novelas saben mantenerte atado a sus páginas. Un beso
ResponderEliminarGracias, Fer, por esta interesante entrevista, no conocía al autor. Besos
ResponderEliminarTomo buena nota, que no conocía ni al autor ni el libro. Muy buena entrevista!
ResponderEliminarBesotes!!!
¡Hola!
ResponderEliminarNo conocía a este autor, así que muchas gracias por presentárnoslo aquí.
Me ha encantado la entrevista.
Un besito.
Este año me he propuesto prestar más atención al género, así que gracias, porque no conocía al autor. Un besote!
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