Sevilla, en la Fundación de las Tres Culturas del Mediterráneo con casi 35º me encuentro con Tomás
Alcoverro el cual hace horas que llegó de Beirut y a sus 77 años parece que desconoce
la palabra cansancio. Tal vez el oficio le haya curtido de tal manera que
puede con lo que le echen y en cada entrevista derrocha la misma ilusión por
conversar que en la anterior.
Su libro ¿Por qué Damasco? el cual reseñé hace unos días (puedes leer la reseña aquí) es una pequeña obra de arte, un
libro de los que ya no se hacen y no por la intención, más bien por la calidad
que atesora y mucha. En un futuro no muy lejano me lo imagino formando parte de
esas biografías que terminan en las páginas finales de los libros que se
atrevan a explicar un poco que fue aquello de la guerra de Siria y los
refugiados atravesando toda Europa.
Tomás Alcoverro te gana con cada respuesta, con cada anécdota
y con cada momento de sentimiento que imprime a su discurso, lleno de
silencios, confesiones y alguna mirada perdida con asomo de lagrima cuando
habla del horror de un país que conoce bien pues son más de cuarenta años recorriéndolo.
Al final como siempre pasa con los mejores, se le echará en
falta cuando ya no esté pero mientras tanto nos conformamos con sus últimos
coletazos en activo como es este ¿Por qué Damasco?
Hay conversaciones que debería tener prohibidos los tiempos y esta es una de ellas. Esto fue lo que dio nuestro encuentro.
Libros en el petate: ¿Por qué Damasco? Es el nombre de su
libro pero posee un subtítulo que no da lugar a dudas. “Estampas de un mundo
árabe que se desvanece”. Me gustaría que el propio autor nos hable del título
original, ¿Por qué Damasco?
Tomás Alcoverro: Me gusta que te hayas fijado en él, eso da
muestras de que llama la atención. Es un título al que yo no pretendo darle
ninguna respuesta ya que sería una respuesta que no soy capaz de dar, esto nos
llevaría a implicarnos en discusiones que nos harían tomar partido y en
eso no quiero entrar porque es muy
especulativo. Este libro no tiene nada de especulativo, las cosas que yo cuento
son hechos que he visto directamente, cosas
que no explican el porqué de la guerra, lo que relato son cosas mucho más
modestas y fragmentadas, aunque en la primera parte he aprovechado para meter
esos viajes que gracias a los visados (yo he conseguido visados que no les han
dado a la mayoría de los periodistas) he podido realizar a sitios donde los periodistas
generalmente no van porque ellos se mueven con los rebeldes y mis visados son
del gobierno. Esto me ha permitido ir a ciudades situadas en la costa del
Mediterráneo donde la guerra no ha llegado con todas sus consecuencias y aún
puedes contemplar lugares idílicos.
En la guerra de Siria hay algo que es definitivo, unos
tienen aviones y otros no, por eso el gobierno dispone de aviación gracias a la
ayuda de Rusia por eso estas zonas están menos castigadas que otras donde la
territorio está bajo la influencia rebelde.
Con esto te quiero explicar la riqueza y la variedad del
país y que evidentemente no todo son bombardeos y destrucción porque no es una guerra total. Por ejemplo, en
Alepoh donde estuve hace unas semanas sólo hay un 20 % de la ciudad destruida y
es la zona donde se libran los combates que ha sido abandonada, el resto está
intacto.
L.P: Te voy a poner en un compromiso. El libro recopila
parte de tus crónicas publicadas, que son noticias en forma de historias. En
alguna entrevista he escuchado que echa de menos al periodista escritor,
incluso en el epilogo de Placid García este escribe “Hay periodistas que
escriben lo que pasa y otros lo que queda”. Son los periodistas como usted, un
personaje en extinción.
T.A: (risas) Esta pregunta me la hacen veinte veces al día.
Pues sí, lamentablemente desaparecemos y tampoco se valora mucho este trabajo.
Hablando de periodismo escrito no entiendo que los que manejan y dirigen la
prensa escrita que tanto está en decadencia últimamente no quieran salvar lo
que pueda salvarse.
L.P: Lee uno el prólogo de su amigo Moratinos y suena a
libro de despedida.
T.A: No es una despedida pero si es verdad que estoy a punto
de jubilarme y puede que tenga esos aires aunque eso no quiere decir que yo
vaya a colgar los hábitos. Está claro
que ya no voy a tener los medios para viajar que te facilitan los medios de
comunicación y esos viajes porque no decirlo son caros.
L.P: Tiene usted un libro anterior llamado “Espejismos de
Oriente”. Qué le diferencia de este, ha cambiado algo en la visión o su forma
de ver las cosas de aquellos artículos a estos.
T.A: Este libro es mejor que el anterior, por las crónicas y
por los temas que considero, aunque no me guste la palabra, más potentes. Son
las crónicas sobre todo de la desilusión y del fracaso en general viendo como
una parte del mundo donde hace 40 años la gente vivía bien ahora muere y esto
es un hecho. Hay nostalgia y han tenido que pasar muchos años para que la gente
se atreviera a decir que con Sadam Husein se vivía mucho mejor que sin él.
No es un libro final pero sí que es un libro que es mucho
mejor que el anterior por los escritos que hay, son temas quizás más agónicos donde han
transcurrido seis años de decepciones y frustraciones que yo he vivido en mis
carnes.
L.P: Pongámonos algo más alegres. Usted hace mucho hincapié
en que son cuarenta años al pie del cañón por aquellas tierras. Qué le hizo
enamorarse de aquella parte del mundo, un paisaje cultural tan distinto al que
estamos acostumbrado a ver por aquí.
T.A: Aún sigo enamorado lo que ocurre es que los amores
tienen altos y bajos. Por mi manera de entender mi relación con los otros, este
Oriente es como un espejismo cuando lo tocas y desde un punto de vista
periodístico esto es más interesante que el trabajo que hacen los
corresponsales en ciudades digamos más normales. Los temas son mucho más
apasionantes y en algunos casos son temas de vida o muerte no ya a la hora de
exponerme sino a la hora de publicar. Los corresponsales españoles empezamos en
esto con la guerra de Crimea y periodísticamente hablando son temas que siguen
inquietando y los temas me parecen más creativos.
L.P: Allí todos los días es como salir a una aventura.
T.A: A veces sí porque yo tengo la impresión de que aquello
es todo tan complicado que muchas veces
es confuso y este batiburrillo de contradicciones y de identidad, por
una parte es dramático pero por otra es interesante. Ten en cuenta que pensamos
que los más barbaros del Islam tienen ideas muy arcaicas pero ahora mismo están
usando para difundirlas los medios más sofisticados tecnológicamente hablando.
Yo soy catalán pero no ejerzo y por ser catalán siempre he tenido algo más de
sensibilidad para distinguir los matices porque en Oriente Medio sobre todo en la parte donde se hacen las
guerras (Líbano, Siria, Irak) tú eres tú pero no eres exactamente como el otro
y este matiz a veces puede ser fatal por eso distinguir los matices yo creo que
es importante. Esto te lo digo porque cuando estaba en Cataluña y mucho antes
de que existiera toda esta polémica de la independencia yo sabía muy bien
cuando me presentaban a una persona en que lengua tenía que dirigirme a él y
casi siempre acertaba. Intentar sentir que cada persona tiene su identidad es
complicado y esto a mi modo de ver es un
poco el atractivo y el drama del Oriente Medio.
L.P: A mi hace años me marco mucho un libro de Noah Kramer
titulado “La historia empieza en Summer. Esta historia comienza en Irak con la primavera árabe, comienza con el
colonialismo o ya se ha perdido el origen de todo o como decía De Gaulle “Voy a
un oriente complicado con ideas simples.
T.A: (risas) Yo creo que hablando francamente se ha perdido
el norte de todo pero históricamente digamos que sí, que empieza en un momento
determinado pero son los países del oriente Mediterráneo como Siria, Líbano,
Palestina y algo de Irak que son un mundo árabe distinto a los demás porque
proliferan en ellos más comunidades conviviendo juntas que en otros países y esas diferencias de identidad es muchas
veces lo que provoca todas esas matanzas y ese mundo siempre ha sido así y
siempre será así, un mundo donde ha habido guerras terribles.
L.P: Tomás, uno lee sus crónicas y descubre muchas cosas.
Hace hincapié en la falta de conocimiento de la sociedad en este conflicto. No
se explica bien o es que la gente no quiere entenderlo.
T.A: Yo siempre digo que aquel que cree que entiende el tema
de Oriente Medio es porque se lo han explicado mal y es que es verdad. Por
ejemplo la guerra del Líbano que ocurrió hace quince años aún no se ha hecho un
libro de historia para explicar en las escuelas del Líbano cuales fueron las
causas porque ni los historiadores musulmanes, cristianos, drusos, etc de allí se ponen de acuerdo entre sí y son
incapaces de escribir un texto valido para todo el mundo. La falta de cohesión
existe y eso a mi modo de ver es la madre del cordero.
Hay un factor a tener en cuenta para el trabajo en esta
parte del mundo y es que nunca sabes del todo nada.
L.P: Hablamos de sentimientos, viendo la importancia de los
hechos que aquí se narran, uno se pregunta si un periodista como usted u otros
se consideran responsables de contar lo que allí ocurre, de llegar a despertad
conciencias.
T.A: Yo me siento muy frustrado (silencio). Hablando en plata,
mi opinión sobre Siria no es la que está de acuerdo con el pensamiento único y
en ese sentido me siento bastante poco contento. Ya antes de que ocurriera lo
de la primavera árabe y lo ocurrido en Siria ya se hablaba de la imposibilidad
de la percepción occidental. Qué un periodista occidental pudiera tener una
percepción distinta a su propio medio (que se le tache de estar arabizado por
el tiempo que uno ha permanecido allí) y
luego el fracaso general, si además del trabajo que hace uno para ganarse la
vida luego tiene que pensar que no sirve para nada es realmente frustrante.
Batallas perdidas.
L.P: Habla mucho de Bachar El Asad. Habla usted del proyecto
del dirigente Sirio que está obsesionado en acabar pero que no sabe usted si
acabara antes con el país. Hablando de ese mundo en guerra hay esperanza de que
haya luz.
T.A: Por ahora la luz no aparece por ningún lado. La guerra
no ha acabado y no se sabe cuándo acabara
porque nadie quiere que acabe. Son guerras donde hay muchas cosas en
juego, tantas que algunas no podemos ni sospecharlas, guerras que están en
manos de quien maneja los hilos. Yo me siento incapaz de poder de una manera
coherente ver qué salida puede ver porque la situación en si misma va
evolucionando muy rápidamente y el gobierno que todo el mundo decía que iba a
caer ahí sigue, funcionando como estado y todo esto en contra de una atmósfera
general muy hostil y de una división de país evidente y una mortalidad enorme.
Lo que está claro es que a medida que pasa el tiempo y como
el gobierno resiste van cambiando las condiciones internacionales, gente que
antes no quería negociar y ahora no tiene más remedio. Es un tema inquietante
hasta qué punto es un juego de cinismo donde se aceptan gobiernos porque en
medio del caos creen que es el peor de los males.
L.P: Leo palabras suyas “Con impotencia y rabia asistimos a
la destrucción de un gran pueblo”. Es innegable que en el apartado cultural el
daño es muy significativo. Qué es lo que queda.
T.A: Queda la gente. Siria es un pueblo pobre, no es como
estos emiratos que han ganado todo gracias al maná de Dios que les dio el
petróleo. Lo que me duele es que son centenares de años cuando cae un palacio
por un bombardeo, es como borrar el esfuerzo de gente que ha estado trabajando
muchas veces en una situación muy difícil.
L.P: Su libro es como un paseo por este territorio en uno de
esos viejos autobuses.
T.A: Si aunque desgraciadamente cada vez uno se puede
desplazar a menos sitios. La geografía que antes uno podía visitar ahora se ha
convertido en campo de batalla o en sitio peligroso donde te pueden secuestrar
o matar o no te dan visado. Esto te da
la impresión que la gente que está allí se mueve cada vez menos.
L.P: Como decía esa gallega de la que usted habla en el
libro, “me da más miedo un secuestro que la guerra”.
T.A: Que bien has leído el libro. (Risas)
L.P: Cuando a uno le apasiona lo que lee se queda con más
detalles. Además no puedo imaginar esos viajes por el territorio sin hacerlo
montado en un autobús o en algún taxi en los que usted viaja.
T.A: Te explico por qué el motivo de los taxis. No hay
trenes y esto es una cosa muy trágica. En el Líbano hace años que no existe el
tren y en Siria había trenes pero con esto de la guerra funcionan muy poco, son
transportes demasiado fáciles de sabotear y no merece la pena mantener. En
Alepo cuando la ciudad estaba dividida en la zona del gobierno y la rebelde
como acto simbólico un tren viajo desde una estación de la zona del gobierno a
otra situada en la zona rebelde, yo no he vuelto a tener noticias de que ese
tren volviera.
Para hablar del ferrocarril hay que remontarse a otras
épocas donde existía el Orient Express, el Taurus Express donde podías recorrer
de Alepo a Estambul, Beirut, Haifa, Jerusalén y todo eso ha desaparecido.
Si hablamos de los autobuses de línea porque para recorrer
Siria hay que pasar por diferentes enclaves y muy pocos autobuses van de un
enclave a otro. Al final todo el mundo se desplaza en coches, taxis, los cuales
son colectivos y esto hace que las infraestructuras no existan debido a la
guerra y al miedo. Todo es un poco
melancólico.
Lo de Siria es una guerra inútil, todo el mundo lo sabe pero
aun se sigue haciendo una guerra que se califica de inútil. Cuantos años hacen
falta más para que esta guerra continúe, y esto para qué ha servido a quién le
ha beneficiado, le ha hecho más feliz o le ha ido mejor por hacerlo.
¿Qué piensas tú?
L.P: Que con cada década nos cuentan una historia distinta y
de fueran vendrán que buenos los harán.
Los dictadores que antes eran aliados ahora son el enemigo para
occidente.
T.A: Si te soy sincero me preocupa mucho esta gente que
tiene 10-12 años y que están viviendo una guerra que futuro tendrán al haberse
criados fuera de lo que es una vida civil normal.
L.P: Tomás seguiría hablando con usted por tiempo indefinido
pero les esperan más compromisos en su agenda.
T.A: Un verdadero placer hablar con un lector al que le ha
gustado tanto mi libro y conversar sobre él.
L.P: E l placer es mío, muchas gracias por esta oportunidad.
Muy buena entrevista, Fesaro, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarEn cuanto al libro, espero poder leerlo pronto.
Un beso.
Enhorabuena por la entrevista Fernando, creo que le has sacado el jugo a la novela y al encuentro con el autor, y nos lo has puesto en bandeja para ir a por este libro que me parece recomendable y, casi casi, me atrevería a decir, necesario.
ResponderEliminarBesos.
Gran entrevista, Fesaro. Un autor con el que se podría pasar horas hablando. Se nota. Y desde luego un libro que tengo más que apuntado para leer.
ResponderEliminarBesotes!!!
Desde luego, es para quedarse con este señor horas y horas. Buenñisima entrevista, Fer. Un besazo.
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