Hoy os traigo una entrevista con las que uno disfruta haciéndolas. Llamé al cielo y no me oyó es una novela sobre el Jerez del siglo XVIII, sobre un abogado de pobres llamado Pedro de Alemán del que ya se publicaron sus primeras andanzas en un libro que fue ganador del V Premio Abogado de novela y que tiene todos los ingredientes para que se haga fuerte entre las lecturas de aquellos que le gustan las novelas históricas con buena trama y mucho detalle donde aprender muchas curiosidades. Esto mismo es lo que yo he podido sentir hablando con Juan Pedro Cosano, aprender de la experiencia de una persona amable en su trato y que te cuenta experiencias como el que tiene una charla entre amigos.
A continuación la entrevista que mantuve con él sobre su libro. Aquellos que estáis en duda os resultará muy interesante y os animará sin duda a situarlo entre esos libros que serán futuras lecturas.
Libros en el petate: Tengo
una duda, pensaba que Pedro de Alemán podía ser un alter ego tuyo pero luego he
visto que tu padre se llama Pedro Cosano de Alemán, tu personaje comparte
oficio, ciudad, nombre. ¿Quién es realmente Pedro de Alemán?.
Juan Pedro Cosano: Yo le
pongo Pedro de Alemán al personaje en homenaje a mi padre que murió un par de
años antes de yo escribir la primera parte. Pedro de Alemán no es un alter ego,
yo no me siento reflejado en el Pedro de Alemán persona, creo que él tiene una
lucha por la decencia que realmente es admirable en el ser humano. Por más que
muchas veces uno pueda caer en el barro lo importante es levantarse. En cuanto
a la forma de actuar en un juicio, la forma de interrogar, de afrontar el caso
y de informar hay mucho de Juan Pedro Cosano abogado.
L.P. Llamé
al cielo y no me oyó es la secuela de El abogado de pobres. Que puede decirnos
de la evolución del personaje de Pedro Alemán en esta segunda entrega.
J.P.C Ha
madurado. El Pedro de Alemán que conocimos en El abogado de pobres era un personaje
que al principio era hasta repulsivo, en los primeros capítulos era un hombre
que incluso exigía favores sexuales a las mujeres de sus clientes pobres.
Era un personaje marrullero pero que intentaba buscar ese punto de decencia del que hablábamos antes
y que incluso llega a encontrarlo al final con sus luces y sombras, con sus grandezas y
sus miserias. Ahora nos encontramos un Pedro Alemán más calzado, mayor, ha
cumplido los 30 años , casado con su novia de la primera parte, con una hija en
el mundo, Merceditas que le confiere una
mayor responsabilidad. Lo encontraremos un poco más estable, con más luces que
sombras pero no por eso va a ser el ser humano imperfecto, siempre al borde del
abismo que era el Pedro de Alemán de la primera parte. Como anécdota incluso
podemos ver en un capítulo de la novela como viaja a Sevilla a defender
a un especiero acusado de estafa y ahí el personaje volverá a incurrir en sus
antiguos errores, a caer en el fango volviéndose a levantar en este caso con la
ayuda inestimable de su mujer Adela Navas. Podemos decir que en el fondo en
esta segunda parte es un hombre más estabilizado.
L.P. Podemos
tener tercera parte.
J.P.C. Eso
espero si la salud y la editorial lo permiten, de hecho en cuanto acabe esta
segunda parte allá por Noviembre empecé la tercera que lleva por título
provisional Las monedas de los veinticuatro. Ahora mismo es pura intriga lo
que me ronda por la cabeza relacionada con la numismática romana. Por el momento la editorial me ha pedido una novela diferente y estoy trabajando en una
historia que trata sobre el Jerez bodeguero de los años treinta, un melodrama
diferente a esta tercera entrega que estoy terminando y espero que al finalizarla vuelva a
meterme en el bufete de Pedro Alemán.
L.P. Con tu trabajo da tiempo novelas con tanta documentación.
J.P.C. Hoy en
día buscar documentación es muy fácil. Yo escribí una novela titulada Hispania
en el año 83 cuando no existía el ordenador, ni internet por supuesto. Estaba
ambientada en la Cádiz del siglo I antes de Cristo. Para documentarme fueron
horas y horas de codos, de lecturas, de fotocopias y de archivos. Hoy en día
esta todo en internet, si quería saber algo de la esclavitud en el siglo XVIII,
buscaba en google y me salían cientos de enlaces donde buscar información. Hoy
documentarse es realmente fácil y además puedes ir documentando a la par que vas escribiendo, no hace falta una
documentación exhaustiva previa a la escritura o al menos en mi caso no lo he
necesitado.
L.P. Me ha
llamado mucho la atención el título. Creo que es un título magistral para mi
gusto por eso te pediría si puedes explicarme un poco como surge ese título.
J.P.C Tengo
que reconocer que el título no es mío. El manuscrito tenía el nombre en origen
de El
crimen del Hospital de la Sangre porque el crimen central de la novela
se produce en dicho hospital, un orfanato de Jerez, pero una vez que pase el
manuscrito a la editorial me comentaron que sonaba demasiado
terrible, demasiado sangriento y que
había que cambiarlo. Yo propuse otros como La Expósita , La
huérfana, ellos me propusieron alguno más como A Dios pongo por testigo (el cual me negué en rotundo) y al final coincidimos
en estos versos del Tenorio, un verso muy bonito que puede tener relación
con lo que había entonces, en aquella época
de continuos requerimientos al
poder divino y que algunos de los postreros personajes hacen que dé lugar a
este título.
Me alegra que me digas que te gusta el título porque yo tuve
mis dudas en el momento en que lo vi en
la portada del libro.
L.P. Viendo
la temática y como se desarrolla la novela es un título muy apropiado sobre todo en una sociedad que busca a la Iglesia protección y Pedro de Alemán
tiene sus más y sus menos con ella.
J.P.C. Pedro
de Alemán no es un hombre excesivamente religioso, aunque cumple con sus obligaciones
habituales en la época de acudir a misa los domingos y fiestas de guardar. No
lo vemos participar ya en ningún otro sacramento aparte del de la misa. Nos
encontramos en una época en que la iglesia ya empieza a perder parte de su
poder, no es la iglesia todopoderosa que existía anteriormente, ya la
inquisición, que también aparece en la novela intenta aferrarse a ese poder que
había tenido pero es un poder ya muy marginal. Es una iglesia que empieza a
ser contestada, se habla de la separación iglesia-estado, de no
inmiscuirse en las parcelas de unos por parte del otro y es un poco el inicio a
ese descenso acentuado del poder eclesiástico que ha sufrido en los últimos
años hasta llegar a ser lo que es hoy, una cuestión simplemente religioso a mi
modo de ver.
L.P. Te hago
esa pregunta porque en la época que se desarrolla la novela estamos
acostumbrados a leer historias con otro tipo de protagonistas, personajes con
espadas y pistolas, bastante religiosos, amantes de la patria y Pedro de Alemán no
deja de ser un protagonista magnifico pero que no casa con el prototipo que
antes he mencionado.
J.P.C. Yo es
que no pienso que Pedro de Alemán sea una especie de héroe novelesco, el héroe
es la persona perfecta que transcurre por caminos de esplendidez, pienso que un héroe nunca
puede ser un ser humano ya que el ser humano nunca es perfecto. Pedro de Alemán
es un ser humano en toda la extensión de la palabra, con sus virtudes y con sus
defectos y nos vamos a encontrar a un personaje al que se puede querer porque a los
héroes se les admira y a las personas se las quiere. Pedro de Alemán tiene más
de ser humano imperfecto que de héroe y efectivamente nada que ver con el
arquetipo de la época ni de la novela decimonónica. Es un ser humano que se
guía fundamentalmente por su concepto de la decencia más allá de por otros conceptos
suprapersonales.
L.P. Se
disfruta mucho de las descripciones que haces de la sociedad del siglo XVIII.
Salvando las distancias por supuesto hay mucha diferencia entre aquella
sociedad con la que vivimos ahora.
J.P.C. Realmente
si hacemos una comparativa con el Jerez actual es una sociedad muy parecida, Jerez
siempre ha sido una sociedad muy dual en el sentido que existe una clase
alta y una clase baja, no ha existido prácticamente una clase media en el
Jerez del siglo XX y en el XVIII pasaba igual, existían los caballeros
veinticuatro, los nobles, los poderosos y por otra parte el agricultor, el
jornalero, el menestral, el mercader, en definitiva una clase sencilla. En
Jerez había seis boticarios y veintiún médicos, esa era la clase media. Ese
paralelismo doscientos cincuenta años después me ha sorprendido.
L.P. Algo
que podemos ver y que manejas de forma magistral es tener una trama principal
acompañada de otras secundarias. La pregunta que me hago es en estos casos, bebes de imaginación o de experiencias personales.
J.P.C. En el
noventa por ciento de los casos es
imaginación, son juicios creados por la imaginación, hay algunos casos que
ocurrieron realmente en la época, por ejemplo el pleito de una esclava negra María
Pérez interpone contra el marqués de Gibalbin ante el tribunal eclesiástico. Esos pleitos existieron
en el siglo XVIII e incluso antes. El pleito mediante el cual una esclava pedía
protección al juez de la iglesia para que mientras se sustanciara su demanda
sobre si podía casarse o no eso ha ocurrido y hay muchas sentencias o autos
judiciales de la época y es un asunto real e incluso cito un precedente en la novela
en la cual Pedro de Alemán se lo expone al juez como un procedente
jurisprudencial que es un auto del
tribunal eclesiástico de Zafra exactamente igual a ese juicio. Lo demás si es
todo producto de la imaginación.
L.P. Hablando
de juicios, como abogado que eres, te
verías ejerciendo de letrado en el Jerez del siglo XVIII.
J.P.C. Ohhh
no, yo siempre he dicho que a mi si me dieran a elegir una regresión al pasado
me gustaría ser un senador romano de la república del siglo I antes de Cristo en los tiempos de Marco Emilio Escauro, de Cicerón, de Quinto Hortensio. Esa es
mi época, además entonces el político también era abogado aunque no voy a decir
que cualquier tiempo pasado fue mejor
como dice el dicho, pero sería una experiencia más volver a una época que
debo decir, no es mi etapa histórica preferida el siglo XVIII, yo
elegí esta época porque es donde la figura del abogado de pobre se va
extinguiendo y es cuando se crean los colegios de abogados y son ellos los que asumen la
obligación de defender a los pobres mediante un turno de oficio entre sus
colegiados y de ahí el nombre de turno de oficio que hoy conocemos. Es una
época de la que me he ido enamorando a la par que he ido escribiendo pero mi
época ideal es la República de Roma.
L.P. Hablando de ese turno de oficio y de esas personas que no disponen de medios para
defenderse esta pregunta es un poco personal, qué opinas de la medida de tomó
Gallardon imponiendo unas tasas a la hora de denunciar.
J.PC. Las
tasas judiciales es un autentico disparate y ya se ha derogado en parte. Hoy en
día las sociedades siguen teniendo que pagar tasas y las personas físicas no,
se olvida que la sociedad, una sociedad mercantil y que en el 99% de los casos
no es más que el trasunto de un autónomo y por tanto la dificultad económica es
la misma que para una sociedad que para una persona física. Me parece que eso está en pugna completa
con el derecho al acceso a la tutela judicial efectiva. El pagar para poder
obtener justicia me parece que es aberrante y espero que algún día este dichoso
tribunal de justicia que tenemos ponga freno a este disparate. Ni siquiera en
el siglo XVIII que era una justicia menos garantista, una justicia mucho más
acomodada, una justicia mucho menos preocupada por los derechos humanos, ni
siquiera entonces sería impensable exigir el pago de una tasa al poder
judicial. Allí entonces lo que se exigía era el timbre, el papel
timbrado y ya en el caso de los pobres existía un derecho a pleitear sin
necesidad de timbrar el papel.
L.P. Viendo
el libro y el desarrollo de su compleja trama y la cantidad de detalles que posee como ha planteado su elaboración.
J.P.C. Pura
intuición, yo escribo esta novela sin saber de que voy a escribir y no es un gesto
de alarde ni de vanagloria es la pura realidad. Yo empiezo esta novela con un
nombre en la cabeza que es El Hospital de la Sangre y quiero que sea sobre este
lugar y sobre un crimen que se comete allí. Ese es mi único punto de partida a
la hora de escribir y a medida que voy escribiendo los personajes me dicen por
donde quieren ir y como me tengo que inventar juicios, porque yo quiero que en
la novela haya muchos juicios, primero tengo que buscar el asunto del juicio y
segundo la forma de hilarlo con la trama principal de forma que a medida que
voy necesitando documentación pues la voy buscando y llega un momento que si
quiero escribir sobre la esclavitud que aún existía en esa época, me invento de
que va a ir el juicio, me documento y escribo. Como te decía antes hoy en día
buscar documentación es muy fácil, por ejemplo para la novela El abogado de
pobres encontré para incluir en la trama todos los nombres de los caballeros
veinticuatro de jerez en 1752 en el año que transcurría la novela con lo que
ganaba anualmente, las hipotecas que gozaban, los nombres de sus mujeres y
hasta que le habían pagado de dote. En internet está prácticamente todo.
L.P. Yo te
imaginaba manejando fichas y esquemas.
J.P.C. Usar
fichas, diseñar los capítulos antes de comenzar, saber exactamente cómo
transcurre la novela desde el principio hasta el final me parece algo admirable,
quien lo haga lo felicito pero yo soy incapaz.
L.P. Sobre
su trabajo, ha hecho poesía….
J.P.C. Quien
no ha escrito un verso (risas)
L.P. Esta es
la cuarta novela pero repetir sólo has repetido con Pedro de Alemán y si me has
comentado que lo que realmente te gusta es la época romana que ocurre aquí.
J.P.C. En este
caso yo escribí sobre el abogado de pobres pensando que se iba a quedar dentro de mi círculo de
amigos y familiares. Sorprendentemente me dieron el premio abogado de novela Martínez Roca, . Entonces la editorial está contenta conmigo y yo
encantado con ellos. Partiendo que a mí me gustó el personaje y sabía que había
recorrido, me abre los ojos la propia editorial cuando recién
concedido el premio y antes de que el manuscrito llegué a la imprenta en el epilogo de la
primera parte el marqués de Gibalbin, que es el malo, el antihéroe del libro moría y esto sucedía a causa del terremoto de Lisboa que se plasma en este
segundo libro.
L.P. 1755.
J.P.C Efectivamente.La editorial me dice que ese epilogo hay que modificarlo y dejar
vivo al marques, con lo cual me estaban abriendo las puertas a una segunda
parte y cruce esos umbrales y estoy encantado con el personaje y me lo paso
bomba escribiéndolo y creo que la gente se divierte mucho con la novela y le está
cogiendo cariño a este Pedro de Alemán.
L.P. Pues
Juan Pedro me alegro y que hay mucho futuro en tu personaje.
J.P.C. Gracias
a ti ha sido un placer volver a vernos.
Tengo que reconocer que no conocía al autor. Una fantástica entrevista, que me ha dejado con ganas de conocer el personaje de Pedro Alemán. Tendré que buscar el primer libro.
ResponderEliminarBesotes!!!
Leí El abogado de pobres y me encantó, de hecho lo puse en la cima de los libros leídos en 2014. Estupenda entrevista. Besos
ResponderEliminarLa entrevista es magnífica. Tengo las dos novelas; de hecho, una me la reservé para la Yincana, pero por motivos personales no he podido seguir el ritmo que me planteé en un principio. Eso si, en cuanto pueda me pongo con ellas porque me has metido el gusanillo.
ResponderEliminarUn beso.
Quizá me anime con El abogado de pobres. Gracias por la entrevista.
ResponderEliminarBesos,
Pues me has despertado la curiosidad con estas dos novelas ya publicadas por este autor desconocido para mi. No me importaría leerlas. Un abrazo, Paco.
ResponderEliminarEl libro pinta genial. Ya tengo ganas de ponerme con él que aún no lo hice. Besos.
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