Maldita lechuza. José Antonio Ramírez Lozano

 Daniela ha vuelto de sus vacaciones en la playa y nos ha traído una nueva lectura que recomendamos tanto ella como yo. Lo reconozco, la portada me resultaba tan atractiva que junto a que sucede en Sevilla y en un instituto no pude resistirme y ha sido una de mis lecturas de verano.


Dirigida a un público juvenil, la novela tiene esa peculiaridad de tener una trama que la convierte en una lectura para todos los públicos poque a quién no le gusta una buena aventura envuelta en misterio.


Maldita lechuza se convierte en una lectura muy recomendable porque entre sus páginas también hay cabida para la crítica, la reflexión y ciertos momentos de humor.


Antonio, el protagonista de nuestro libro, es un chico que se muda a Sevilla desde Valladolid por el ascenso de su padre. Llega en el mes de septiembre, sufriendo así el primer revés de su nueva vida: un calor que no lo deja concentrarse y que le hace plantearse algo que todos nos planteamos, ¿por qué no hay aire acondicionado en las aulas de muchos colegios e institutos? Pero a esta pregunta, le seguirá otra que también se hacen muchas personas ante los cambios: ¿encajaré? Y de hecho, al empezar en su nuevo colegio ve que no termina de encontrar su lugar entre unos compañeros que parecen ignorarlo hasta que usa el lenguaje como forma de acercarse a los demás. Que de esta adaptación del lenguaje ya hablaremos luego. Finalmente, se integra en el grupo e incluso decide participar en la creación del periódico del instituto “La Bomba”, en el que escribirá junto a Julio Casado y Marina, los coprotagonistas de la historia. Y junto a ellos, pronto se da cuenta de que a su alrededor empiezan a suceder cosas que parecen no tener lógica, y todo lo natural y mundano de la vida de un instituto se vuelve magia y adivinación, y es que todo en su vida, y en la de los demás, cambia cuando la madre de Marina, Lupe, con sus estornudos premonitorios, los ayuda a construir noticias que se hacen realidad. Algo así como “un titular que se adelanta a la noticia”. Y este cambio hará que se embarque junto a sus amigos en una gran aventura de la que aprenderá mucho y en la que se verá obligado a enfrentarse a una Maldita lechuza.

 

Este libro, que empieza como una historia normal, y que parece no ir más allá, resulta ser una historia trepidante que te pide seguir leyendo. Está bien que un autor en su obra critique cosas como a la que me refería al principio de no poner aire acondicionado en las aulas de ciudades en las que las temperaturas son a veces insufribles, pero quizá esté de más forzar tanto el andaluz, que es completo y maravilloso, para hacerlo responsable de una forma de exclusión a costa de marcarlo de forma excesiva en los diálogos. Aunque conforme avanza la novela ese acento desaparece de los personajes y se agradece.


Es una lectura corta, rápida, divertida y perfecta para el verano, que usa mucho recurso literario y mucha descripción que te ayuda a ver, o más bien sentir, a los personajes y sus situaciones. Todo tiene una forma cuidadosa y bien elegida, casi poética en algunos momentos. Y es que, como dice el autor, “el lenguaje está cargado de magia. Cada palabra está llena de cientos de posibilidades. Lo que hay que hacer es usarlas con buena fe. Son el futuro.”

 

Sinopsis

Lo de aprobar el curso estaba aún por ver. Lo digo por el calor. Acostumbrado al frío de Castilla y con un cuerpo como el mío, que es mantecoso y blanco como el de mi madre, lo de los cuarenta grados resultaba una crueldad. Hay que tener en cuenta que cuando llegamos en septiembre a Sevilla, en Valladolid estaba ya el invierno y, en cambio, aquí hacía un calor pegajoso. Un calor pegajoso y dulce, de esos de uva fermentada, que engorda las moscas, las pone borrachas y acaban siguiéndote a todos sitios. Pesadas y torpes las moscas, igual que el día aquel que les dio por venirse conmigo al instituto

 

  • Colección

    CALEMBÉ

  • I.S.B.N.

    978-84-9189-320-2

  • Publicación

    03/06/2021

  • Páginas

    96

3 comentarios:

  1. Desde que dejé de dar clase en el instituto -e incluso mientras las impartía en él- los libros dirigidos a un público juvenil me han dado un poco de repelús. ¿Por qué? Pues porque a base de querer incidir en tantos valores y fomentar no sé cuántas más competencias se convertían en un batiburrillo de componentes que me los hacían indigeribles. No todos, claro, quizás este que traes a tu blog, pese a ese abuso en mostrar peculiaridades forzadas del dialecto andaluz, no incurra en esos defectos. Habría que verlo. Es cortito. Es fácil que me lo eche al coleto.
    Un abrazo, Fesaro

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  2. Pues no pinta mal para regalo. Me lo llevo apuntado. Besos.

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