Lo primero que llama la atención al ver a Reyes Monforte es
su sonrisa, un gesto que no le abandonará en todo el encuentro y que
personalmente pienso que le sienta fenomenal.
La memoria de la lavanda lleva
pocos días es las estanterías de las librerías y ya se ha convertido en uno de
los libros más vendidos en España y creo que la historia merece tal honor. Tras
sus páginas me he encontrado a mí mismo, y ese hecho tengo que agradecérselo a Reyes
Monforte porque ha sido la responsable de poner palabras a muchos de los
sentimientos que se han quedado ahogados en mi interior con cada pérdida vivida.
Por eso creo que se siente tan cómoda hablando de su obra,
sin inmutarse cuando la conversación se acerca peligrosamente a cuestiones más
personales y respondiendo con total sinceridad, sin esconder ni ahorrar en
sentimientos y esa es una estrategia fabulosa cuando uno tiene que vender algo
que no le ha sido fácil crear. Han sido años de espera, meses componiendo una
obra que puedo asegurar tiene fecha futura en la que volveré a disfrutar nuevamente
de su lectura. Tal vez con alguna pérdida más en el currículo que me haga valorar
sus frases de otra manera, pero hasta el momento como dice Lena su personaje, vivamos y no nos creamos inmortales.
Fue un placer compartir opiniones sobre su obra aunque yo lo
llamaría intercambio de sentimientos sobre temas tan delicados como de los que
nos habla la autora en su libro.
Puede leer la reseña del libro aquí.
Sinopsis:
«Morí un 3 de mayo. Ese día dejé de respirar, de sentir, de oír, de pensar, de reír. Lo mejor que te puede pasar en la vida es amar y ser amado. Y perder esa sensación es mucho más doloroso que no tenerla nunca.»
Dos meses después de la muerte de Jonas, Lena, fotógrafa profesional, reúne el valor necesario para cumplir la última voluntad de su marido: esparcir sus cenizas en los campos de lavanda del corazón de la Alcarria. Allí se reúne con el grupo de amigos de Jonas, entre ellos Daniel, su primo hermano, un sacerdote con el que comparte los sentimientos de amor y pérdida, y que guarda para sí muchos silencios.
Sin embargo, igual que se heredan los afectos, se heredan también los odios. Lena deberá lidiar con la presencia amenazante de su cuñado Marco, un hombre envidioso y mezquino que no está dispuesto a respetar su duelo. Coincidiendo con el Festival de la Lavanda, recordará su historia de amor con Jonas y todo lo que se llevó consigo, reforzará lazos de amistad y desvelará secretos familiares escondidos durante demasiado tiempo. (sinopsis facilitada por la editorial)
Libros en el petate: Reyes, La memoria de la lavanda es un
título muy poético y tiene unas connotaciones que se intuyen pero podrías
explicarnos el título para sacarnos de dudas porque estoy seguro que cada uno
habremos pensado una respuesta.
Reyes Monforte: El título viene como el escenario donde está
ambientada la novela, casi por casualidad. Yo tenía la novela, tenía los
personajes y sabía lo que quería escribir pero no tenía el escenario, pero la
casualidad me lo descubrió tras una invitación por parte de unos amigos al
festival de la lavanda que se celebra todos los años el 15 de Julio en un
pueblecito de Guadalajara que se llama Brihuega (en la novela aparece como
Tármino). Al ver aquellos campos que transmitían tanta paz, tanto buen rollo
(sabes que la lavanda tiene propiedades calmantes y cicatrizantes) dije aquí es
donde quiero yo poner la historia de Lena.
L.P: Quién es Lena y cuál es su historia.
R.M: Lena es una fotógrafa retratista que tiene que hacer un
viaje para cumplir la última voluntad de su marido el cual falleció hace unos
mese,s y ese viaje físico se convierte en un viaje existencial. Se da la
casualidad que Lena es fotógrafa y se dice que la fotografía es la memoria de
lo vivido. Entonces entre esos campos de lavanda, la fotografía va descubriendo
muchas cosas del pasado del amor de su vida, de sus amigos y familia.
L.P: Los apuntes de fotografía que tienes en el libro es
parte del guion o ha sido algo personal tuyo.
R.M: A mí la fotografía me gusta muchísimo y me hubiese
gustado ser una gran fotógrafa pero yo a Lena sí que la quise hacer fotógrafa y
además retratista porque la esencia del retrato es perdurar en la memoria la
imagen del fotografiado. Es un poco lo que está viviendo Lena al perder el amor
de su vida y no querer renunciar a él y no quiere olvidarse de su voz (lo
primero que dicen que olvidamos de una persona que ya no esta es la voz). Ella
tiene esa obsesión por perder esa imagen y ese recuerdo y siendo fotógrafa ve
cosas que el resto no vemos. Fotografiar los pequeños detalles marcan la diferencia y es un poco lo que le
ocurre en esta historia a Lena.
L.P: Te lo preguntaba porque me gusta mucho la fotografía y
esos detalles que introduces en el libro me han encantado ya que encuentro
mucha relajación en la fotografía y te obliga a ver el mundo que te rodea desde
muchas perspectivas.
R.M: Es una actividad muy solitaria como se supone que es
una parte del duelo y por eso creo que no había más remedio que hacerla
fotógrafa (risas). Es un mundo maravilloso y nada es ajeno a la fotografía.
L.P: Comienzas tu libro con una dedicatoria a José pero a
pesar de esta dedicatoria y de otras situaciones que se dan a lo largo de su
páginas que podría recordarnos a él. Entiendo que este libro es una historia de
Reyes Monforte o al menos es la sensación que da.
R.M: Te refieres a si es autobiográfica.
L.P: No, me refiero a que es una novela muy personal.
R.M: Si lo dices por la dedicatoria que va dirigida a José
que fue mi marido yo le he dedicado todos mis libros a él. Es verdad que esta
memoria de la lavanda además de tener esa dedicatoria es un homenaje a la
persona amada porque aunque nace de una perdida y unas circunstancias tristes,
es un acto de amor y un homenaje a la persona amada y por supuesto un homenaje
a él. Me gusta decir que esta historia es como una fotografía porque todos
quedamos retratados en ella.
Es la novela que más carga personal tiene y emocionalmente
contiene una mochila cargada de
emociones tremendas que he descargado
sobre Lena. Es una obra y personajes de
ficción pero a esa ficción le tienes que dotar para lograr esa empatía con el
lector de una biografía emocional para que se la vea humana, verdadera y ahí no
he tenido que acudir a nadie para que me explicara cómo se vive en mitad de una
perdida.
L.P: Hablamos de Tármino, el pueblo donde se desarrolla la
novela inspirado en Brihuega como has dicho antes. Por qué has querido que sea
ficticio.
R.M: Pues porque todo era ficción y no he querido introducir
nombres reales. Brihuega es un pueblo al que se le conoce como la Provenza
española situado en Guadalajara, a los que les ha hecho mucha ilusión que me
haya inspirado en ellos hasta el punto de que me han invitado a presentar la novela al
festival de la lavanda, donde empezó todo.
L.P: La memoria de la lavanda está cargada de frases
maravillosas, algo que a los lectores nos encanta. Una de mis favoritas es “ya habrá tiempo siempre, decimos cuando nos
creemos inmortales”. Que frase de este libro le viene a la mente a Reyes
Monforte que sea especial para ti.
R.M: Me ha dicho mucha gente que es un libro muy subrayable.
Hay muchas y no sólo las que dice Lena porque ella también recupera frases que dice Jonas que era un verdadero
filósofo de la vida. Me gusta mucho la que tú comentas y otra la que con gran
acierto han puesto en la faja de la novela “lo
mejor que te puede pasar en la vida es amar y ser amado”. Pero insisto que
me gustan mucho las que va recuperando de Jonas a través de ella misma y de sus
amigos porque aunque es un personaje que no está en la novela físicamente está
muy presente por eso una frase de este personaje que me encanta y que sirve
para enfrentarse a las cosas con las que no te quieres enfrentar pero hay que
hacerlo que es “Para llegar hay que salir”
L.P: En este libro se habla del duelo, un duelo que consta
de ciertas fases por las que hay que pasar. Qué fases son por las que ha pasado
este libro.
R.M: Cuando me puse a escribirlo ya tenía claro cómo iba a
empezar, lo que iba a pasar entre medias y cuál era su final. Sabía que
personajes iba a introducir y cómo iban a ser. Por el contrario es el libro que
más he tardado en escribir o mejor dicho en ponerme a escribirlo porque yo lo
intenté a los dos años de perder a mi marido intentado usar la escritura como
terapia pero fue un desastre. Tenía esta deuda pendiente y sabía que lo haría
algún día y entre medias hubo dos novelas más hasta que un día me invitaron al
festival de la lavanda y fue ahí donde se removió todo. La misma noche que
volvimos de Brihuega me puse a escribir y no dormí en toda la noche y por la
mañana tenía escrita las primeras veinte páginas. Eso me demostró que
necesitaba ese viaje, ese olor a lavanda, ese escenario y esa visión para poder
comenzar a escribirla.
L.P: Una pregunta un poco personal. Dice Lena que se puede
leer en el rostro de una persona como fotógrafa. Qué se puede leer en el rostro
de Reyes Monforte tras este libro.
R.M: Alivio y descanso. Una sensación de haber llegado a la
meta que ha supuesto una alegría enorme porque no ha sido fácil aunque al
escribirlo todo me ha salido de una forma más fluida de lo que yo pensaba. En
definitiva contenta de haberle rebatido a la vida ciertas cosas.
L.P: Una parte que me ha encantado es la de los amigos en la
que tú has sabido trasmitir muy bien lo importante que es tener a esas personas
cerca de ti.
R.M: Es la verdadera familia porque tú sabes que tenemos la
familia que nos viene impuesta y que no podemos hacer nada salvo rezar para que
te salga bien y otra cosa es la familia que yo llamo real que es la que tú
eliges en forma de amigos.
L.P: En la acera opuesta a los amigos nos encontramos a
Marco, un personaje que ni queriendo lo hubieras hecho más malo y cruel.
R.M: Risas Verdaderamente lo quería hacer malo y creo que me ha quedado un malo genial y que por
mucho que lo hubiera intentado no me hubiera salido un tipo peor. En esta
historia necesitaba un malo muy malo porque es una historia de amor a pesar de
que nace de una perdida.
L.P: Sin él, el tema de la familia no se podría valorar en
toda su exposición.
R.M: Claro porque no todo es bonito y como dice Lena, “se
heredan los afectos pero también los odios” y cuando falta Jonas,
desarrolla una amor incondicional por
sus amigos y también un odio a la gente que odiaba a Jonas.
L.P: En el libro aparece el color azul, el mundo azul que le
llama Lena. Creo que tiene un significado especial.
R.M: El mundo azul se refiere a los campos de lavanda porque
aunque se ven morados o violetas, viéndolos
en perspectiva parece un mar ya que su tono se vuelve azulado. Por eso le llama
el mundo azul, un mundo donde hay cosas buenas y cosas malas. Están los amigos
de Jonas y por otra parte Marco y Petra, también unos secretos de familia y un
pasado que poco a poco va descubriendo y que incluso encuentra cosas que no
sabía ni el propio Jonas. Es un mundo azul que da para mucho.
L.P: He visto negros, grises y blancos en una España que me
da la sensación que aún vive demasiado anclada en el pasado.
R.M: La memoria es nuestra particular fábrica de los
recuerdos y es bueno tener memoria aunque no siempre sea buena pero yo soy muy
partidaria de cuidar la historia y contarla tal y como fue por muy fea que sea
y de respetar la memoria porque sin memoria seríamos como un enfermo de Alzheimer
el cual ha podido tener una vida plena pero de repente le viene la enfermedad y
te has quedado sin vida, sin esos afectos sentidos, ese dolor vivido que
siempre te ayudan como experiencia. Yo no sé si vivimos anclados en el pasado
pero no veo mal que tomemos como referencia las cosas del pasado porque venimos
de allí. Para saber dónde vamos tenemos
que saber de dónde venimos.
L.P: La memoria de la lavanda es un libro con el que me he
sentido muy identificado por muchos motivos y una gran cantidad de temas que
aparecen en sus páginas. Te comentan esta misma sensación los lectores.
R.M: Sí que me lo comentan, ayer mismo estábamos en Málaga y
una chica joven que había perdido a su marido hacía tres meses y me decía “como
entiendo a Lena en ciertas fases del duelo” o “que me fastidian ciertas
palabras en mis situación” porque hay ciertas palabras que se usan en las
conversaciones que a las personas que han tenido una perdida les duele. Amigos,
compañeros de profesión me han comentado que han vivido momentos muy parecidos
a los que le ha pasado a Lena en sus vidas, en un funeral, en una reunión, etc.
Me decía mi editor que en diez días el libro era el sexto más vendido y creo
que eso tiene mucho que ver la empatía que siente el lector con esta historia.
L.P: Yo creo que la memoria de la lavanda somos todos.
R.M: Efectivamente, es una fotografía donde salimos retratados
todos, y llámalo Jonas, Lena, Daniel o como quieras. Es ficción y por eso
Brihuega se llama Tármino para que casa uno se sitúe en esta historia y en
ponga al escenario el nombre que quiera darle.
L.P: Reyes hasta aquí mis preguntas y un verdadero placer
poder conocerte por fin ya que nuestra anterior entrevista se truncó por
motivos ajenos a las ganas que tenía de hablar contigo sobre Una pasión rusa.
R.M: Me alegro que ya por fin nos hayamos podido conocer y
gracias a ti.
Qué envidia de entrevista! A León vino no hace mucho y no pude ir a verla, aunque me quedé con ganas. Yo te lo comenté en la reseña, pero me reitero en que es una novela dura pero que seguro disfrutaría.
ResponderEliminarLa frase de "lo mejor que te puede pasar en la vida es amar y ser amado” la comparto totalmente, por eso sé que conectaría bien con la sensibilidad de Reyes. A ver si la puedo leer pronto ;)
Besitos
Pero qué pedazo de entrevista! Y qué envidia me das! A ver si me estreno de una vez con esta autora.
ResponderEliminarBesotes!!!
Hola Fesaro!! Una entrevista estupenda, me has dejado con muchas ganas de leer los títulos de esta autora. Nos leemos!! Besos!!
ResponderEliminarMuy buena entrevista. Reyes es un amor y su libro una maravilla.
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